¿Riesgos Para La Salud Por El Consumo De Insectos?

By Jesús Vivancos | 15/02/2023

El consumo de insectos ha sido recomendado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) como una estrategia de lucha contra el hambre.

El 2 de junio de 2021 se publicó en el Diario Oficial de la Unión Europea la primera autorización para la comercialización en Europa de un insecto, la larva de Tenebrio Molitor (gusano de la harina), en diferentes categorías de alimentos, a la que seguirán el resto de autorizaciones pendientes, una vez que se disponga del informe favorable de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria.

Actualmente, son ya cuatro las especies de insectos autorizadas bajo el Reglamento (UE) 2015/2283, las larvas del gusano de la harina (Tenebrio molitor), la langosta migratoria (locusta migratoria), el grillo doméstico (Acheta domesticus) y las larvas del escarabajo del estiércol (Alphitobius diaperinus).

Hay varios argumentos a favor del consumo de insectos:

  • Son una fuente alternativa y sostenible de proteínas de alta calidad.
  • Son una fuente de producción más favorable para el medioambiente.
  • Y para algunos países son una fuente económica importante.
     

Sin embargo, no todo son ventajas cuando hablamos de comer insectos, ya que su consumo implica algunos peligros potenciales para la salud.

Actualmente hay ya muchos alimentos y colorantes alimenticios que están hechos a base de insectos.

Aditivos alimentarios como el E120 que se utilizan en productos cárnicos, mermeladas, jarabes, gominolas, pasteles industriales, conservas vegetales, helados, productos lácteos como yogures de fresa o frutos rojos, bebidos y refrescos de fruta y bebidas energéticas.

El E120 es un aditivo colorante para conseguir un color del rosado al púrpura y lograr un color atractivo al consumidor, este aditivo se obtiene de la extracción de la cochinilla.

El E904 o Goma Laca que se obtiene de las excreciones de varios tipos de insectos parásitos conocidos como los gusanos de la laca que habitan en selvas tropicales asiáticas.

Para conseguir un kilo de goma laca se necesitan unos 300.000 insectos.

Este aditivo se usa para la cera que se da para abrillantar las frutas, como decoración en pasteles, bollería, mazapanes, chocolates, dulces, grageas y coberturas culinarias.

Pero que se utilicen ya en alimentación no significa que no puedan ser un riesgo potencial para nuestra salud.

Riesgos sanitarios del consumo de insectos

Hay expertos y científicos que advierten de que se deben realizar más investigaciones antes de generalizar el consumo de insectos de forma indiscriminada.

Estos son algunos de los riesgos:

1. Sustancias antinutritivas y tóxicas

Las sustancias antinutritivas son aquellas que impiden o dificultan la absorción de nutrientes. Destaca la quitina, el material principal del que está formado el exoesqueleto de los artrópodos. Se ha estimado que el contenido en quitina en insectos oscila entre 2,7 y 49,8 mg/kg de peso fresco ejerce un efecto negativo en la digestibilidad de las proteínas y en su utilización.

Otro ejemplo son los taninos, que forman complejos insolubles con las proteínas y reducen su biodisponibilidad. También los fitatos y oxalatos, agentes quelantes que reducen la absorción de elementos minerales como calcio, zinc, manganeso, hierro y magnesio. Las saponinas interfieren en la digestión de las proteínas, reducen la absorción de vitaminas y minerales y están asociadas con estados de hipoglucemia.

Por otra parte, los alcaloides podrían, a partir de determinadas dosis, llegar a ser tóxicos para los consumidores.

Algunos insectos, como las pupas del gusano de seda africano (Anaphe venata), contienen tiaminasa y su ingesta puede causar deficiencia de tiamina (vitamina B1).

Algunos compuestos presentes en los insectos son potencialmente tóxicos.

Hay dos categorías de insectos tóxicos: fanerotóxicos y criptotóxicos. Los del primer grupo disponen de órganos especializados que sintetizan y almacenan las toxinas. Éstas se inactivan en el tracto gastrointestinal, por lo que el peligro derivado de su ingestión queda reducido a los posibles daños provocados al paso por la boca y el esófago.

Los insectos criptotóxicos contienen sustancias tóxicas para las personas cuando son ingeridas. Ejemplos de insectos cuyo consumo debe evitarse son los que contienen hormonas esteroideas, como testosterona, lo que ocurre en algunos escarabajos. El consumo continuado de estos insectos puede provocar retraso del crecimiento, hipofertilidad, masculinización en mujeres, edema, ictericia y cáncer hepático.

La cantaridina es un compuesto químico presente en los ovarios y huevos de la cantárida (Lytta vesicatoria), un coleóptero de color verde dorado. Esta sustancia produce irritaciones en el aparato urinario humano al ser ingerida.

Otras sustancias que pueden encontrarse en los insectos criptotóxicos son los glucósidos cianogénicos (presentes en algunas mariposas), que inhiben determinadas enzimas vitales. El tolueno, un agente tóxico que afecta al cerebro, hígado y riñón, puede encontrarse en cerambícidos del género Syllitus; y los alcaloides necrotóxicos, en algunos tipos de hormigas.

2. Microorganismos patógenos (bacterias)

Según informes de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria los insectos pueden estar contaminados con bacterias patógenas (como Salmonella, Campylobacter, Escherichia coli y Bacillus Cereus), especialmente los insectos no procesados que han sido producidos bajo ciertas condiciones (por ejemplo, cuando se utilizan como sustrato desperdicios de alimentación o estiércol). Sin embargo, el cocinado correcto puede eliminar, o al menos reducir sustancialmente, la presencia de microorganismos patógenos.

Por eso la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria recomienda la realización de nuevas investigaciones para una mejor evaluación de los riesgos asociados.

3. Parásitos

En ocasiones los insectos sirven como vectores de determinados parásitos. Así, se ha detectado en el cuerpo de cucarachas y moscas la presencia de varios protozoos y helmintos en diferentes fases de desarrollo.

Algunos insectos actúan también como hospedadores intermediarios de ciertos parásitos. Por ejemplo, se han descrito infestaciones humanas por un nematodo (Gongylonema pulchrum) con numerosos hospedadores definitivos, siendo los hospedadores intermediarios los escarabajos del estiércol y las cucarachas. La infestación en el hombre provoca un cuadro clínico con síntomas gastrointestinales.

Otro ejemplo del papel de los insectos como hospedadores intermediarios de parásitos de interés es el Dicrocoelium dendriticum, trematodo que puede infestar a los seres humanos por la ingestión de hormigas que contienen metacercarias.

Por todo esto es importante estudiar la presencia de parásitos en los insectos silvestres, especialmente en los países tropicales y subtropicales, dado que se trata de un mercado emergente. Ahora bien, este riesgo se minimiza sustancialmente cuando los insectos se congelan durante su almacenamiento y transporte, ya que este método de conservación destruye los parásitos pluricelulares.

4. Contaminantes químicos

La presencia de contaminación química es uno de los mayores peligros asociados al consumo de insectos, principalmente de los de vida silvestre.

Entre los compuestos frecuentemente detectados se encuentran algunos metales pesados (cadmio, plomo o cobre, entre otros) y pesticidas. Cabe señalar, por ejemplo, un brote que afectó en 2007 a niños y mujeres embarazadas en una comunidad de Monterrey (California), asociado al consumo de saltamontes (chapulines) con elevados niveles de plomo importados de Oaxaca (México).

5. Alergias y reacciones alérgicas cruzadas

Otro peligro asociado al consumo de insectos de dimensiones desconocidas está en relación con las alergias.

Muchos artrópodos pueden inducir reacciones alérgicas en individuos susceptibles, principalmente causadas por la presencia de tropomiosina, arginina quinasa, gliceraldehído 3-fosfato deshidrogenasa o hemocianina.

Aunque no están bien estudiadas, se han identificado reacciones cruzadas, por ejemplo, entre crustáceos, cucarachas y ácaros. La sintomatología de la alergia a insectos es muy variada, pudiendo manifestarse desde una simple urticaria hasta un choque anafiláctico.

Un mercado que necesita todavía mucha investigación

Como hemos dicho al principio de este artículo existen 3 tipos de insectos autorizados en la Unión Europea para su uso en alimentación, pero sigue habiendo una carencia de normativas relativas a la producción, comercialización y seguridad. Esto contribuye a dificultar el despegue de estos productos como alimentos.

El principal obstáculo en las sociedades occidentales es la falta de aceptación por parte de los consumidores, así como la ausencia de normativas que regulen los distintos aspectos de la producción, comercialización y procesado de los insectos. Para confirmar si los insectos son una producción alternativa viable se necesitan nuevas investigaciones, especialmente en relación con su impacto sobre la salud de los consumidores.

Una forma de prever posibles infecciones e intoxicaciones por patógenos, parásitos, metales pesados, químicos, que pueden llegar a nuestro organismo del uso de estos insectos en la alimentación es realizarse un análisis que contemple el estudio de estas cargas nocivas para la salud y así asegurarse de que no estén en nuestro organismo.

Instituto Scheller

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